LOU REED: comíamos
copos de avena día y noche, y donábamos sangre, entre otras cosas,
o posábamos para aquellos tabloides semanales que costaban diez o
quince centavos. Una vez publicaron mi foto, y el texto decía que yo
era un maníaco sexual de Kansas que había asesinado a catorce
niños, lo había grabado todo, y escuchaba la cinta a media noche
dentro de un granero. El texto que acompañaba la foto de John Cale
decía que había matado a su amante porque éste iba a casarse con
su hermana, y él no quería que su hermana se casara con un
maricón.
JOHN CALE: En
1965, Lou Reed ya había escrito “Heroin” y “Waiting For The
Man”. Conocí a Lou en una fiesta, donde tocó esas canciones con
una guitarra acústica; y no le presté demasiada atención, porque
la música folk me parecía un coñazo. Odiaba a Joan Baez y a
Dylan. ¡Cada canción era una maldita pregunta! Pero Lou insistió
en que leyera las letras, y no se parecían en nada a lo que cantaban
Joan Baez y toda aquella gente.
En aquella época, yo
tocaba con La Monte Young en el Dream Syndicate, y el concepto de
grupo era aguantar una sola nota durante dos horas.
BILLY NAME: La
Monte Young era el mejor camello de Nueva York. Tenía las mejores
drogas. Unos ácidos enormes y buenísimos, opio, también tenía
hierba.
Cuando ibas a casa de La
Monte y Marian, pasabas allí un mínimo de siete horas, y no era
raro que acabases quedándote dos o tres días. Parecía un fumadero
turco; todo por el suelo, collares, y un costo muy bueno, gente de la
calle que entraba y pillaba, y aquella música, aquel zumbido
incesante.
La Monte daba actuaciones
que se prolongaban durante días; los músicos llegaban y se iban
añadiendo. Se trataba de aguantar una sola nota durante mucho
tiempo. Era la época en la que John Cale rondaba por allí.
STERLING MORRISON: Al
principio nos iban los tranquilizantes, tomábamos torazina y
barbitúricos. Los seconales y la torazina eran muy populares. Los
conseguías de los médicos, siempre había alguien que tenía una
receta. Era buen material, de farmacia, fiable.
Solían dar torazina a
los psicóticos peligrosos. Te subyuga. Te pone en un estado
catatónico, ja, ja,
ja. Yo me la tragaba con
alcohol y a la mañana siguiente miraba a ver si todavía estaba
vivo.
RONNIE CUTRONE: Al
salir del ascensor de la Factory, Paul Morrisey había colocado un
cartel en la puerta que decía PROHIBIDO METER DROGAS. Mientras, todo
el mundo se estaba inyectando en las escaleras. Dentro de la Factory
nadie tomaba drogas, excepto Andy, que tomaba obetroles, unas
pastillas naranjas de anfetamina. Tomaba una al día para pintar,
porque era adicto al trabajo. Todos los demás nos inyectábamos en
la escalera.
Pero sólo metadrina
(Metanfetamina). Éramos unos puristas. Había otra gente que tomaba
ácido. Por aquella época había dejado el ácido y estaba más con
la metadrina, porque tenías que estar despierto. La palabra
“despierto” tiene connotaciones buenas, ya sabes, como la canción
de Stevie Wonder, pero nosotros la cambiamos de significado hacia
algo así como “rígido” y “paranoico”. Por lo tanto:
metadrina.
ED SANDERS: Yo
conocía a Andy Warhol antes de que se rodease de aquellos tipos con
pinta de navajeros. Por eso dejé de ir por allí, ya no me sentía
cómodo. Se volvió un poco vicioso. Aquella gente me daba asco. Les
llamábamos “A-Heads”, de Anfetamínicos. Porque iban todos de
speed.
De hecho, mi incursión
en el cine se limitó al documental que hicimos sobre los
consumidores de anfetamina. Alquilé un viejo loft en la calle
Allen y compré un par de onzas de anfetamina. Las puse en medio de
la habitación y coloqué luce alrededor. Mi única condición era
poder rodarlo todo, para hacer el documental, que se titulaba
Amphetamine Head. Corrí la voz, y aquello se llenó de
anfetamínicos. Disparaban tinta sobre un lienzo con sus jeringuillas
y luego usaban esa mima jeringuilla para chutarse. Hubiese sido una
buena película, pero la policía confiscó el metraje.
SUSAN PILE: La
gente hacía cosas extrañas cuando se metían speed. Hubo un
tío que apareció en el Max's Kansas City con el brazo en
cabestrillo. Todo el mundo le dijo, “¿Qué te ha pasado”.
Y él dijo, “Oh, me
metí speed y no pude parar de tocarme el pelo en tres días”
Imagen tridimensional de la molécula de la anfetamina
BILLY NAME: Lou,
Mary Woronov y yo solíamos ir al Max's Kansas City, y luego a
discotescas gay del Village, como el Stonewall. Cerraban a la cuatro,
pero Lou y yo todavía llevábamos marcha por la metradina que nos
habíamos metido. Entonces íbamos a los after hours donde
podía seguir bailando. Luego se hacía de día, y Lou y yo nos
arrastrábamos a la Factory y nos enrollábamos. No era una relación
seria, sólo éramos amigos para pasar el rato.
MARY WORONOV: No
queríamos ir a San Francisco, California era muy rara. No éramos
como ellos para nada. Nos odiaban. Para empezar, nosotros vestíamos
de cuero negro, ellos con colores chillones. Ellos decían, “¡No
veas, tío, qué pasada”; nosotros leíamos a Jean Genet. Nosotros
éramos sadomasoquistas y ellos pregonaban el amor libre. Nos
gustaban los gays, y la Costa Oeste era totalmente homofóbica. De
modo que nos veían como a unos depravados, y nosotros a ellos como
unos estúpidos.
MAURENN TUCKER: No
me gustaba toda aquella mierda de paz y amor.
RONNIE CUTRONE:
Tienes que darte cuenta también de que íbamos puestos de
metadrina nueve días a la semana. Así que incluso ahora, no sé qué
era verdad y qué no, porque cuando te mantienes en pie durante nueve
días seguidos, cualquier cosa puede pasar, la paranoia es tan densa
que se puede cortar con un hacha.
ULTRA VIOLET:
Valerie Solanis asustaba un poco, pero me gustaba, porque creo que
era brillante. Si lees su Manifiesto, SCUM –siglas de The Society
for Cutting Up Men- es una locura, pero es brillante e ingenioso. No
soy feminista, pero cuando leí el manifiesto pensé que tenía
bastantes puntos acertados, como que los hombres llevaban controlando
el mundo desde Adán y que ya era hora de parar eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario